El Forjista

 

Todas las razas, todas las religiones, todas las nacionalidades

 

 

Dijo el gran patriota latinoamericano Manuel Ugarte: "Somos indios, somos españoles, somos latinos, somos negros, pero somos lo que somos y no queremos ser otra cosa", y de esa manera sintetizó como ninguno el carácter multirracial, multinacional y multirreligioso que significa ser argentino.

También Argentina ha sido construida por el esfuerzo de judíos, árabes, polacos, irlandeses, hermanos latinoamericanos de países vecinos y más recientemente por chinos y coreanos.

Fue la Educación Pública la que nos dio a los inmigrantes y sus descendientes esa característica común que sirvió para unificarnos y nacionalizarnos y debe ser esa misma educación reformada y revisada, la que debe darnos un carácter nacional a inmigrantes y nativos.

Sin dudas, algunos como Sarmiento, quienes impulsaron la inmigración, pero preferían la anglo-sajona, tuvieron una actitud vergonzante al comprobar que no era Inglaterra quienes proveería la mano de obra necesaria para levantar un Nación donde no había nada.

Otros por el contrario, como el caso de Manuel Ugarte, se sintieron orgullosos de esa conformación nacional y comprendieron que esa multiplicidad de orígenes nos podría llevar a conformar un carácter nacional donde se excluya la intolerancia, el racismo y la discriminación e impere una mentalidad democrática y tolerante de las diferencias.

Si las luchas internas del pasado nos impidió conformar una gran Nación sin exclusiones, ahora tenemos una nueva oportunidad que no debemos dejar pasar.

Precisamente en un momento en que muchas naciones sufren del más despreciable racismo, sólo basta ver el color de piel de quienes padecieron del huracán Katrina. O verificar la aberrante discriminación de Europa y los Estados Unidos hacia latinoamericanos, africanos y asiáticos. O ver las guerras religiosas, para certificar que nuestra constitución es por sobre todas las cosas una bendición, que deberíamos cuidar y desarrollar.

No decimos que en Argentina no haya casos de discriminación o racismo, sí, los ha habido y los sigue habiendo y es necesario una urgente intervención y denuncia del estado y la comunidad toda, contra este mal.

Pero si vemos la historia y el presente, podemos comprobar que una de las peores discriminaciones las ha sufrido el nativo de nuestra patria. Los indígenas despojados de sus tierras, aún hoy, por ejemplo, en la provincia de Chaco y en otras, se les sigue desconociendo sus derechos. O la persecución de los gauchos en el siglo XIX, situación denunciada en la magnífica obra de José Hernández, el Martín Fierro. Y más recientemente el maltrato del “cabecita negra”.

Algunos sectores autodenominados nacionalistas, que muy poco comprendieron del país, echaron la culpa de los males a los judíos u otros inmigrantes, principalmente latinoamericanos, decirse nacionalista y no comprender nuestra composición multirracial, además de una estupidez, es una muestra de ignorancia y del más deleznable cipayismo intelectual, al imitar ideologías foráneas.

Gran parte del mundo ha quedado en manos de insaciables capitalistas y sus políticos a sueldos, que no están mostrando ninguna aptitud para dar soluciones pacíficas a las necesidades de sus pueblos, ni por respetar el Medio Ambiente, es aquí donde Argentina puede dar un ejemplo a la Humanidad, es posible trabajar y convivir pacíficamente, más allá de las distintas ideas religiosas, políticas u origen racial. Sólo así la paz será una realidad y un mundo mejor será posible.


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