El Forjista

Tecnología

 

Steve Jobs un empresario igual a otros

marzo de 2012

Luego de la muerte de Steve Jobs, el 5 de octubre de 2011, comenzó un  proceso que podríamos llamar un intento de canonización por el cual se lo muestra como un empresario innovador, informal, absolutamente distinto al resto de los empresarios. Han aparecido desde esa fecha varios libros que han emprendido esa tarea. Lo que pretendemos mostrar en este artículo es que Jobs no fue un empleador muy distinto a sus colegas, inmersos en una sociedad capitalista que muestra muy poca atención por los derechos de sus trabajadores, los cuales inevitablemente se convierten en la primera variable de ajuste cuando las cosas no salen tan bien como se las espera.

No negamos que Steve Jobs y su empresa Apple han realizado aportes innovadores con productos que han cambiado las costumbres de mucha gente, aunque también debería decirse que fundamentalmente la de aquellos con un buen pasar económico, dado que los productos de su empresa nunca tuvieron precios muy accesibles, especialmente en Argentina y suponemos que  también en los otros países de América Latina.

Tomamos como fuente un libro apologético escrito por Jay Elliot que llegó a ocupar la vicepresidencia de Apple contratado por el propio Jobs cuando había perdido su trabajo anterior, lo que significó su eterno agradecimiento que Elliot muestra en el libro. Este trabajo fue escrito antes de la muerte de Steve Jobs. Precisamente elegimos este libro insospechado de cuestionar el accionar de Steve Jobs para mostrar aspectos oscuros de esa empresa que por lo general se silencian.

La admiración por Elliot por Jobs se evidencia en una carta que le enviara a raíz de la publicación del libro y donde dice que preguntado si Jobs podía ser reemplazado en la empresa, él respondía: “Le digo a la gente que Steve no es reemplazable como el líder carismático, visionario, de una empresa centrada en la relación consumidor-producto, pero sí puede ser reemplazado por un triunvirato para continuar con su legado. Apple tendría un nuevo director general, pero él o ella podría cumplir solamente con una parte del papel que tú representas”.

Lo llama “el rey de la pantalla” y le desea “Todos contamos con que sigas al frente de Apple por muchos años”,  también le dice: “Nos llevas la delantera a todos en tantas cosas”. Está bien que el hombre sea agradecido pero mejor ver la cuestión  con todas las aristas y no limitarse a la apología.

Elliot señala que Apple tenía el índice de rotación de personal más bajo del Silicon Valley, no aclara si en esa rotación incluía los despidos porque Apple ha tenido, al igual que casi todas las empresas, la política de despedir masivamente cuando las ganancias que pretenden no les satisfacen.

El autor con su mirada gerencial,  no parece darse cuenta cuando relata cuestiones que afectan gravemente a sus empleados.  Por ejemplo menciona en un solo párrafo y como al pasar el "miércoles negro", día en que Apple echó a la mitad de sus ingenieros y no lo hace para referirse a los despidos en sí, sino para relatar una anécdota de uno de los empleados que no fue  despedido, al parecer a Elliot no le preocupó demasiado este tema. Cabe destacar que cuando se habla de Apple se oculta que esta medida de despedir masivamente ha sido una decisión sistemáticamente implementada por la empresa.

Las corporaciones actuales sean innovadoras en el plano tecnológico o no lo sean tanto, están manejadas por una burocracia tecnocrática que manejan a las personas como simple  números, Apple es un ejemplo de esto ya que el mismo Steve Jobs, creador de la empresa fue despedido de la misma en 1985, para regresar en 1996.

Durante el período en que Jobs no estuvo en la empresa también hubo despidos para ajustar las cuentas, cuando Jobs regresó se dedicó personalmente a analizar cada producto de la empresa, aquél que consideraba que no tenía futuro, era cancelado, y el grupo de empleados dedicados a producirlo perdía su empleo. La empresa lanzó el eslogan interno “Yo estaba allí cuando empezó el resurgimiento” que algunos empleados lo cambiaron por el lema “Yo esta allí cuando empezaron los despidos”.

Otra cuestión que se nos presenta como genial de esas empresas modernas es la informalidad ya que se permite a los empleados ir vestidos como les plazca además de tener salones para el descanso, el de Apple tenía un piano, videojuegos y una heladera con jugos para consumo de los empleados, este salón era un lugar de reunión y lo presenta Elliot como un avance en el trato de los empleados.

Lo que generalmente no se dice al respecto es que las facilidades que se le otorga a estos trabajadores se debe a que se les imponen jornadas que exceden en mucho a la que deberían cumplir por ley, en muchos casos deben cumplir con jornadas que incluyen los fines de semana, o sea que estos supuestos beneficios son apenas una mínima compensación porque se han convertido en empleados para los que no existe un horario de salida.

Elliot muestra con orgullo estos casos que no son más que maneras de explotar a los trabajadores. El equipo que desarrolló la Macintosh debió realizar jornadas de 16 horas y trabajar los fines de semanas.

Para que la gente estuviera dispuesta a realizar este sacrificio además del temor de perder el trabajo se trataba de imbuirlos de una mística por la cual “se estaba cambiando el mundo” con estos desarrollos, así lo dice Elliot: “Si realmente creías que estabas cambiando el curso de la industria  y probablemente el curso de la historia, trabajarías en horarios ridículos, renunciarías prácticamente a cualquier otra vida durante ese tiempo y te considerarías parte de los elegidos, los privilegiados”.

El autor muestra como algo positivo que un grupo de programadores debiera cumplir con 90 horas semanales y dormir bajo los escritorios para sacar un  producto. Esto hace recordar a aquellos trabajadores que a fines XIX dormían en la misma fábrica con jornadas como las que Apple impone a sus trabajadores, por cierto que estos ganan muchísimos más que aquellos, pero a nadie se le ocurriría colocar como empresarios ejemplares a aquellos que explotaban la mano de obra como se hace ahora con los actuales que no parecen tener mucha más “humanidad”.

Jobs podía llamar a un responsable de equipo en cualquier momento sin importar la hora y el día, Elliot lo justifica diciendo que a veces, sólo a veces, le preguntaba si podía hablar y le atribuía  a eso respeto por la vida privada del trabajador y la remata reconociendo que debías estar a su disposición durante todo el día: “Su sentido implícito de que trabajabas para él veinticuatro horas al día estaba al mismo tiempo templado al mostrar respeto por tu vida privada”. Steve Jobs llevaba el compromiso de sus empleados al límite y esperaba que trabajaran al extremo cada día. Tal vez podría hablarse sin temor de exagerar que estamos ante esclavos modernos, bien pagos es cierto, pero que deben estar dispuestos a servir al amo durante las 24 horas del día.

En el momento de editarse el libro Jay Elliot  no pertenecía a Apple y tenía su propia empresa, y también se vanagloria que sus empleados estuvieran dispuestos a trabajar las horas que fueran necesarias: “Además, están comprometidos: si necesito un cambio en el producto para el lunes en la mañana, trabajarán todo el fin de semana, si es necesario”.

El autor dice que ya los jóvenes no quieren tener trabajos de 9 a 17, quieren que su trabajo tenga un propósito, en realidad las dos cosas no tienen por qué ser contradictorias, en 8 horas de trabajo se puede realizar una tarea atractiva y además tener una vida fuera del trabajo. Pero acentuar la cuestión en los jóvenes puede tener varias causas, de las cuales señalaremos sólo una y es que tanto en los Estados Unidos como también en la Argentina, son los jóvenes los que tienen menor conciencia de la agremiación, producto de los largos y nefastos años de neoliberalismo, en la memoria de los más viejos aún está presente aquellos años en que había derechos laborales y se respetaban.

Otra característica de Steve Jobs era la de estar encima de sus empleados a niveles en que la presión podía llegar a ser difícil de aguantar. El equipo que trabajó en la Macintosh (1) fue tal vez quién más debió padecer su intervención, obviamente Elliot siempre le buscaba el aspecto positivo a algo que por lo general no es agradable como es tener al dueño sobre tu hombro investigando que estás haciendo: “A casi todo el equipo de Mac le tomó un tiempo darse cuenta de que lo que parecía un exceso de control, una intromisión y una pérdida de tiempo era realmente el compromiso de un líder que no solamente preguntaba porque estaba demasiado enterado de los detalles”.

Además en cualquier momento se podía aparecer por el puesto de trabajo y lanzarte una pregunta cómo “¿Qué es lo que haces para ganarte el dinero que te pago?”. La respuesta de Elliot era que si bien el empleado podía sentirse incómodo podía reflexionar: “No solamente se interesa por el producto; también le interesa mi papel. Soy parte de algo más grande. Estamos juntos en esto”. Respuesta un tanto ingenua como mínimo.

Veamos ahora una concreta descripción de lo que podía ser el ambiente de trabajo en Apple, con el iPhone (2) en la navidad de 2005 el producto no estaba listo pero Steve Jobs había fijado una fecha para su lanzamiento,  faltaban cuatro meses y esta era la situación: “Todos estaban cansados, muy estresados, había estallidos sorpresivos de ira, se escuchaban gritos en el pasillo. La gente colapsaba bajo la presión, renunciaban, se iban a la casa, recuperaban el sueño perdido y regresaban tropezándose unos días después para continuar el trabajo donde había quedado”. De ninguna manera parece ser el ambiente de trabajo ideal que se nos trata de mostrar con insistencia.

Existe otra cuestión que podríamos definir como discriminatoria y es la política de captación de empleados de Apple, según Jobs sus empleados debían tener un coeficiente intelectual muy alto, de tres dígitos que se considera por encima de la media. Hasta aquí es la política de la empresa para la incorporación de empleados y está en su derecho a definir la que mejor le plazca, pero la cuestión comienza cuando leemos las definiciones de Jobs con respecto a esta clasificación.

Elliot dice: “Desafortunadamente, podía ser absolutamente falto de tacto al respecto. Si te consideraba brillante, capaz y participativo podías decirle lo que pensabas o que había una mejor manera que la que él proponía. Te escuchaba. Pero si decidía que eras un incompetente mejor debías hacerte de oídos sordos y salir rápidamente”. O sea que basureaba a quién consideraba que no estaba a su altura.

Continúa el autor: “Él tenía únicamente esas dos categorías: si no eras brillante, entonces entrabas en otra categoría, un incompetente. A pesar de que Steve te considerara brillante, si realizabas algo que no cumplía con sus estándares, inmediatamente te consideraba incompetente, aún frente a otras personas”.  Jobs llamaba “Gente A” a aquellas que consideraba tan inteligente como él y decía que “Tan pronto como contrates a un B, empezará a traer B y C”. Esta clasificación suena bastante discriminatoria y suena aún peor para quién es considerado un gurú de los nuevos tiempos

Por último nos referiremos a un aspecto que no tiene que ver con la política de recursos humanos de la empresa sino con la de sus productos. Elliot utiliza el término cool para definir los productos de Apple, incluso llega a decir que si los diccionarios tuvieran fotos junto a la definición de cool tendría que aparecer la de Jobs.

Tomaremos dos acepciones de la palabra cool, una para referirse a algo que es aceptado y admirado y también para definir algo es se encuentra a la moda.

Como dijimos los productos de Apple son generalmente inaccesibles para los latinoamericanos por su precio, además la empresa no parece haberse preocupado nunca por llegar a este mercado, incluso algunos de sus productos sólo eran distribuidos en los Estados Unidos, en Argentina la empresa se ha negado a producir en el país y producto de la política aduanera recientemente también ha señalado que tampoco importará sus productos.

Por las características de sus productos podríamos decir que Apple produce para el “medio pelo”, para aquellos en que la apariencia juega un papel importante en sus vidas, precisamente llegar a esta franja en todo el mundo es lo que la publicidad de Apple intenta.

Jay Elliot repite esa publicidad al punto que afirma que “El iPhone es el producto más cool creado por el hombre”.  Citando a una persona que trabajó en Apple decía que nunca pensaron que el iPad (3) y el iPod (4) fueran un éxito: “Solamente pensamos que eran muy cool y todos sabíamos que nosotros queríamos uno”.

Y sobre la función de Jobs: “Una y otra vez, ha creado productos que cambian a la sociedad, a millones de personas – no solamente en los Estados Unidos sino también alrededor del mundo, y no sólo generaciones jóvenes sino de todas las edades-, quienes han reconocido que pueden envolverse en un aura muy cool si son vistas con una iMac, un  Ipod, un Iphone y, ahora un iPad”.

Apple ha jugado muy fuertemente con la publicidad para intentar imponer costumbres y pautas de consumo, tratando de inducirnos a consumir sus productos para estar a la moda y ser considerados positivamente por nuestros semejantes. Como sostenía acertadamente Erich Fromm la propaganda moderna juega el papel de sugestión hipnótica y procura influir emocionalmente sobre las personas para someterlas desde el punto de vista intelectual. La propaganda influye sobre el receptor por medio de la constante repetición de fórmulas, se utiliza la palabra de personas de prestigio o el cuerpo de una muchacha hermosa, debilitando nuestra capacidad crítica, pero también se apela reiteradamente a los temores, como tener mal aliento, hacer el ridículo ante muchas personas, o simplemente no estar a la moda (no ser cool), se recurre a la ilusión de estar ante una posibilidad de cambiar nuestra vida por el simple hecho de utilizar un determinado producto. En esto Apple tampoco es diferente a otras corporaciones.

De ninguna manera negamos que la evolución en el plano tecnológico es beneficioso para los seres humanos, aún cuando consideramos necesario que esos productos sean accesibles para la mayor cantidad de personas, política que no parece interesar a Apple, lo que sí consideramos necesario es  que estas empresas también muestren especial atención  al trato de los recursos humanos e impongan normas para mejoramiento de las condiciones de trabajo y la disminución constante de la explotación de los trabajadores, eso también debería ser considerado innovador.


(1) Macintosh o Mac : primera computadora con mouse y orientada a la interfaz gráfica.

(2) iPhone : Teléfono inteligente con acceso a Internet, pantalla táctil, cámara de fotos y reproductor de audio.

(3) iPad : Computadora portátil conocida como tablet (tableta), con pantalla táctil sin mouse ni teclado.

(4) iPod : reproductor digital de audio, lanzado por Apple en el 2001.

 

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