Placeholder image

El Forjista

 

Biografía de Manuel Scorza

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Placeholder image

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Placeholder image

Manuel Scorza nació en Lima el 9 de setiembre de 1928. Sus padres supieron de muy niños lo que eran las penurias económicas. Su padre era mecánico y su madre enfermera, se conocieron trabajando en el Hospital Psiquiátrico Larco Herrera donde vivieron por un tiempo y en los que pasó Manuel sus primeros años.

Sus padres decidieron mudarse a Los Andes fundamentalmente por los problemas bronquiales de Manuel y también porque su situación económica se había vuelto difícil, por el año 1934 se establecieron en Acoria, departamento de  Huancavelica, a poca distancia de Acobamba el pueblo de donde era su madre, ahí su padre puso una tienda y una panadería.

Tenía siete años al llegar a Acoria y comenzó a ir a la escuela. En este pueblo tuvo una experiencia traumática cuando casi se ahoga en el río si no hubiese sido rescatado.

De regreso a Lima en 1939 su padre puso un kiosco de diarios, producto del cual Manuel comenzó a leer con asiduidad, periódicos, revistas, y principalmente una revista argentina Leoplan que era su preferida porque entre otras cosas contenía resúmenes de novelas.

En Lima continuó sus estudios primarios pero sus recuerdos no fueron placenteros, ya que una maestra lo tomó de punto y lo castigaba cotidianamente. Pero así como debía sufrir por la maestra en cuestión, era respetado por sus compañeros que lo adulaban para poder tener acceso a las revistas que los niños pobres no podían comprar y a las que él sí podía acceder por el kiosco de su padre. La revista de historietas Pif Paf estaba entre las predilectas de los chicos, Billiken era prácticamente inaccesible por su precio.

Los tres primeros años del secundario los realizó en el Colegio Salesiano de Huancayo en carácter de pupilo, ahí fue enviado por su familia porque el clima en Lima había empeorado su asma. Esto significó un esfuerzo económico extraordinario de su familia que no estaba en condiciones de pagar ese colegio religioso. A esa edad Manuel era profundamente religioso, en cambio de adulto llegó a afirmar “no recuerdo cuando perdí la idea de Dios”. En el Salesiano fue un alumno destacado, fue monaguillo lo que mostraba su compromiso religioso y contó que en ese colegio se sintió muy a gusto.

Luego retornó a la capital del Perú para terminar sus estudios en el Colegio Militar Leoncio Prado, también ahí fue un alumno destacado, podría haber seguido la carrera militar si lo hubiera deseado, pero se interpuso la literatura. Este colegio Militar había sido creado con el objetivo de formar desde niños a las futuras elites del Ejército Peruano, pero al parecer no se dieron cuenta, según  Scorza, que la razón para que muchos desertaran de esa misión era la Biblioteca. La lectura del libro “Mis Universidades” de Gorki lo llevó a la conclusión que la vida militar no era para él. Además de los novelistas rusos también se interesó por la lectura de Balzac y Flaubert.

Esta institución militar se hizo conocida en todo el mundo por la novela de Vargas Llosa “La ciudad y los perros” quién también ingresó allí unos siete años después de Scorza, el ganador del Premio Nobel declaró: “Fue en mis años de cadete leonciopradino donde yo descubrí que mi vocación era la literatura y que lo que yo quería ser en la vida era escritor (...) en un medio poco hospitalario y estimulante para el ejercicio de la Literatura”.

Por aquellos años en que Scorza estudiaba en el Colegio Militar Leoncio Prado comenzaron a conformarse entre los cadetes las primeras células clandestinas del APRA y el Partido Comunista, él se integró a la célula del APRA.

En 1945 ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde profundizó su interés por la política, actividad que lo llevó a exiliarse en sus tempranos 20 años.

Ese año fue electo presidente José Luis Bustamante y Rivero con el apoyo del APRA por lo que pudo dejar el trabajo clandestino y comenzó a operar a cara descubierta porque el APRA fue legalizado.

Así explicó su interés por la militancia política: “Mi experiencia política, que la he mantenido siempre y que la mantendré hasta el final como preocupación esencial de vida, tiene su origen en las situaciones de abuso, de miseria que he visto, primero en mi propia familia y luego en los pueblos en los que me ha tocado vivir. Situaciones de extrema pobreza, de miseria extrema, de impotencia, de injusticia; todo esto me empujó a la decisión de hacer algo y de actuar políticamente.”

En 1948 hubo un intento de revolución del APRA, a Scorza se le asignó, como ex alumno, la misión de tomar el Arsenal del Colegio Militar Leoncio Prado, pero la orden que debía emanar de la dirección del partido  nunca llegó, según el propio Manuel este movimiento fue traicionado por la dirección del APRA.

Ese año se produce el golpe y el comienzo de la dictadura de Manuel Odría, Scorza fue detenido, en prisión sufrió un terrible ataque de asma que lo tuvo en una situación muy crítica.

Luego partió al exilio recorriendo varios países  de Latinoamérica, incluida la Argentina, hasta que se instaló en México, supo decir al respecto “el exilio es una herida extremadamente grave y dolorosa: el exilio es casi una condena a muerte”.

En 1952 escribió el Poema “Canto a los mineros de Bolivia”, donde evidenciaba su compromiso social:


Hay que vivir ausente de uno mismo,
hay que envejecer en plena infancia,
hay que llorar de rodillas delante de un cadáver
para comprender qué noche
poblaba el corazón de los mineros.

Yo fui a Bolivia en el otoño del tiempo.
 Pregunté por la Felicidad.
 No respondió nadie.
 Pregunté por la Alegría.
 No respondió nadie.
 Pregunté por el Amor.
Un ave
cayó sobre mi pecho con las alas incendiadas.
 Ardía todo en el silencio.
 En las punas hasta el silencio es de nieve.

 Comprendí que el estaño
 era
 una
 larga
 lágrima
 petrificada
 sobre el rostro espantado de Bolivia.
 ¡Nada valía el hombre!
 ¡A nadie le importaba si bajo su camisa
 existía un cuerpo, un túnel o la muerte!


“Las imprecaciones”, aparecido en México en 1955 fue su primer libro de poesía. Luego de regresar a su país obtuvo en 1958 el Premio Nacional de Poesía. De ese libro es el poema “Yo soy el desterrado” que reproducimos parcialmente:


América,
a mí también debes oírme.
Yo soy el estudiante pobre
que tiene un sólo traje y muchas penas.
Yo soy el provinciano
que no encuentra la puerta en las pensiones.
Te digo en las calles,
y en las azoteas y en las cocinas,
y al fin de cada día y en mi pecho,
algo se está muriendo.

A mí también debes oírme.
Yo soy el desterrado,
yo vagué por las calles
hasta que los perros cerraron sus alas
sobre mi corazón.

Acuérdate, acuérdate de mí.
Hay días
que no tengo ganas de ponerme los ojos,
días en que los pájaros
se pudren en mitad del vuelo.
Ay, orgullosa,
a ti no te hablaron de cuartos inmundos,
tu no sabes lo que es vivir con una mujer
que zurce la ropa llorando.

Porque durante siglos los poetas callaron,
y en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
Pero un día ya no se pudo más,
y el dolor comenzó a mancharlo todo:
la mañana,
el amor,
el papel donde cantábamos.

Un día el dolor empezó a gotear desde abajo,
daban los muros gritos desgarradores,
una mano amarguísima derribó mi pecho.
Ahora vengo a ti gimiendo,
aquí está mi voz encarcelada,
aquí estoy yo, debajo de esta frente, derrumbado.


De regreso a su país en 1956 se convirtió en Editor publicando libros a bajo costo y colocándolos en kioscos ubicados en distintos lugares de Lima, esta actividad resultó todo un éxito logrando que las publicaciones se agotaran, tal fue así que repitió la experiencia en otros países como Colombia, Venezuela y Cuba. Scorza fue uno de los primeros en publicar a José Carlos Mariátegui y José Martí en Perú. Su propósito fue destruir ese prejuicio que decía que al pueblo no le interesaba leer, en realidad mostró lo contrario, el problema era que los precios de los libros no eran accesibles para la mayoría.

En 1960 publicó su segundo libro de poemas, esta vez el tema central era el amor y lo tituló “Los adioses”, un año después edita el tercero que se llamó “Desengaños del mago” y en 1962 un poema dedicado a Fernando Quíspez Asín, titulado “Requiém para un gentilhombre”, donde homenajea a su amigo que fue periodista y poeta surrealista.

En 1954 se produjo su ruptura con el APRA, es en el mismo momento en que Haya de la Torre abandona la embajada de Colombia en Perú para viajar a México, en este país Scorza publica una carta que tituló “Goog bye mister Haya” donde explicita sus divergencias con el partido.

Scorza comenzó a militar en el Movimiento Comunal de Perú que defendía los derechos del campesinado indígena, tomando parte activa en las revueltas que se desarrollaron en la década del 60.

Derrotados los movimientos campesinos en 1968 abandona el país rumbo al exilio definitivo en París: “Asistí a las más terribles escenas: prisiones, fusilamientos, masacres, asaltos. La prensa no informaba nada y a los que queríamos denunciar la situación nos reprimían. Yo fui enjuiciado junto a otros participantes, acusado de atacar la seguridad del Estado, con mayúscula. Yo era pasible de cinco años de cárcel, así que decidí salir del país”.

Su primera novela, “Redoble Por Rancas”, de 1970 fue la más conocida y fue el comienzo de la serie a la que denominó “La Guerra Silenciosa”, compuesta por 5 novelas donde mostró la desigual lucha de los campesinos para recuperar sus tierras usurpadas por los hacendados y la multinacional Cerro Pasco Corporation.

Las demás novelas que componen este ciclo fueron  “Garabombo el Invisible”(1972), “El Jinete Insomne”(1977), “Cantar de Agapito Robles”(1977) y “La Tumba del Relámpago”(1978).  En febrero de 1983 publicó su última novela “La danza inmóvil” que no formaba parte de “La guerra silenciosa”.

En 1968 en Perú se produce la revolución del general Velazco Alvarado una de la más profundas que ha conocido América Latina, por primera vez un gobierno empieza a escuchar y a respetar a los campesinos empobrecidos sometidos a siglos de explotación además de llevar a cabo una serie de medidas vinculadas con la dignidad nacional como fue la estatización del petróleo y la actividad pesquera.

Esta situación política y la repercusión de los libros de Manuel Scorza posibilitaron la libertad en 1971 de Héctor Chacón, el Nictálope, el protagonista de “Redoble por Rancas” que llevaba 11 años en prisión. De  igual manera que se produjeron algunas resoluciones favorables a los campesinos en reclamos desoídos que tenían su origen en el siglo XVIII. Este gobierno también oficializa el quechua pero sin embargo dicha medida no llega a aplicarse porque un golpe palaciego derroca a Velazco Alvarado en 1975 comenzando un proceso de reflujo que llevó paulatinamente a anular muchas de las medidas del gobierno revolucionario.

Scorza fue un crítico del periodismo peruano que nunca se interesó demasiado por las luchas campesinas y que incluso desconocía la grave situación por la que pasaban estos sectores que habitan los Andes peruanos. Cuando se produce la liberación de Héctor Chacón, sus primeras declaraciones fueron en quechua lo que provocó la sorpresa de todos los periodistas presentes ya que ninguno conocía el idioma por lo que le solicitaron que se expresara en castellano.  

Cuando concluyó el período militar en 1980 se realizaron elecciones donde Scorza apoyó a la agrupación de izquierda Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular (FOCEP).  Genaro Ledesma es uno de los líderes de esa agrupación política, él mismo fue retratado por Scorza en “La tumba del relámpago”, abogado cuyo estudio pagaron las comunidades indígenas para que las defendieran ya que muy pocos abogados se animaban a hacerlo ante una Justicia que siempre fallaba a favor de los hacendados y las multinacionales. 

El 28 de noviembre de 1983, cuando viajaba en el boeing 747 de la compañía colombiana Avianca, que se dirigía desde París a Madrid, y poco antes de aterrizar en el aeropuerto de Barajas, el avión cayó a tierra perdiendo la vida los 56 pasajeros, entre los que se encontraba Scorza  y 25 miembros de la tripulación, milagrosamente hubo dos sobrevivientes. Se dirigía a Bogotá para participar del Encuentro Cultural Hispanoamericano. En ese mismo vuelo murieron la novelista argentina Marta Traba, su esposo uruguayo Angel Rama, el novelista mexicano Jorge Ibargüengoitia y la pianista catalana Rosa Sabater.

Los restos de Scorza llegaron a Lima el 5 de diciembre siendo recibido por familiares, representantes del gobierno, parlamentarios, militantes del FOCEP y también por grupos de campesinos de los Andes Centrales. Tenía 55 años, la literatura latinoamericana perdía a uno de sus más importantes exponentes, según el escritor español Juan González Soto, Manuel Scorza fue  “uno de los grandes olvidados de este siglo”.


Fuentes:

Manuel Scorza - Jorge Varas http://jorgevaras.com/biografias/manuel-scorza

Manuel Scorza: Testimonio de vida - Conversación con Roland Forgues y Gregorio Martínez http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article2742

La memoria de los olvidos : Manuel Scorza - Juan González Soto http://www.monografias.com/trabajos-pdf902/memoria-de-olvidos/memoria-de-olvidos.pdf

Vargas Llosa en el Colegio Militar Leoncio Prado http://www.creatividadinternacional.com/profiles/blogs/vargas-llosa-en-el-colegio

Volver al índice