El Forjista

Neofascismo, nueva etapa del neoliberalismo

 

La lectura del libro “Neofacismo. La Bestia neoliberal” del que participan varios autores editado en 2019 nos ha servido para abordar la cuestión del neofascismo, por nuestra parte incorporaremos algunas reflexiones de este fenómeno en la Argentina por estos días de pandemia.

También consideramos algunas de las ideas vertidas por el economista Julián Zícari en su muy interesante artículo titulado “¿Cuáles son los delirios de los libertarios?”.

Lo primero que es necesario indicar es que, sin dejar de lado las particularidades nacionales, el neofascismo es un fenómeno mundial y que su expansión ha sido intencionalmente promovida, a través de personajes siniestros como Steve Bannon, recientemente detenido por fraude, que ha llevado sus propuestas de ultraderecha a varias naciones, aunque su más conocida intervención ha sido el asesoramiento a Trump al que ayudó a llegar a la presidencia, también colaboró apoyando la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y en la campaña electoral que llevó a Bolsonaro a la presidencia de Brasil.

El neofascismo se monta sobre el fracaso del neoliberalismo y es la herramienta con que cuentan las oligarquías económicas para evitar la llegada de partidos progresistas al gobierno, pero si no lo pueden impedir estructuran una aceitada maquinaria tendiente de desestabilizar gobiernos populares y democráticos.

La doctora en Ciencias Sociales, Verónica Gago, señala que el neoliberalismo no ha logrado asegurar la obediencia de los pueblos, por eso necesita pasar a otra etapa donde necesita de la represión y la persecución, y es ahí cuando aparecen los grupos neofascistas ofreciéndose como solución para instaurar el neoliberalismo que pretenden las elites.

En España el fracaso del Partido Popular ha dado nacimiento a Vox, organización ultraderechista que ha conseguido un avance considerable en las últimas elecciones y que ahora actúa intentando desestabilizar al gobierno socialista.

En Argentina la derrota electoral del macrismo, ha posibilitado que el sector más extremista de esa agrupación en conjunto con grupos minúsculos denominados “libertarios” y los neonazis hayan confluido en lo que se dado en llamar los grupos anticuarentena que constituyen la irresponsable oposición al gobierno de Alberto Fernández y sus políticas para el cuidado de la salud.

Uno de los objetivos del neoliberalismo es tratar de naturalizar las desigualdades sociales y los privilegios de clase, y también terminar con toda forma de ayuda social, todos esos planteos son sostenidos por los neofascistas.

El fascismo moderno añora el pasado, tiempos en que supuestamente no había conflictos sociales porque un gobierno autoritario se encargaba de reprimir cualquier rebeldía, así es como Vox extraña el franquismo, y la ultraderecha argentina reivindica la dictadura cívico-militar y los golpes de Estado, aunque algunos se remontan más lejos a la Década Infame previa a la aparición del peronismo.

Así es como podido ver que uno de los más violentos troll de la ultraderecha posando en una foto junto al genocida Videla, o también a alguno de los manifestantes de las marchas anticuarentena hacerlo con una remera que reivindicaba el golpe de Estado de 1976.

Racismo

El racismo es el componente común del viejo y el nuevo fascismo, en Europa y en Estados Unidos eso se refleja claramente en la política anti inmigratoria que ha llegado en algunos países a un grado de salvajismo escalofriante.

El gobierno de Trump es uno de los mayores ejemplos de esta política que puede evidenciarse en varios hechos, comenzando por el trato inhumano que se le ha dado a algunas familias separando a padres de hijos, el auge y la soberbia armada de grupos que predican el supremacismo blanco y el asesinato de afroamericanos por parte de la policía con el agravante que muchos de esos crímenes quedan impunes.

Precisamente otro denominador común con el fascismo de antaño es la necesidad de recurrir a la violencia para expresarse, esto puede verificarse en los ataques constantes a inmigrantes en Europa, mientras que en Estados Unidos desde que gobierna Trump los mensajes de superioridad racial están a la orden del día.

En tanto en la Argentina puede constatarse en cada marcha anticuarentena que concluye atacando a periodistas a los que consideran distantes de su posición política, y donde además se ha podido escuchar gritos como “negros de mierda” cuando se cruzan con alguien sospechoso de comulgar con ideas que ellos consideran “populistas”.

En algunos países europeos como en el caso de la Francia de Macron se ha instituido el delito de solidaridad porque ayudar a un inmigrante se ha convertido en algo ilegal.

En la Argentina  hemos visto que el diario Clarín ha demonizado a los pueblos originarios principalmente a los mapuches, el extremismo de ese diario ha llegado a compararlos con ISIS, además de mentir descaradamente cuando un joven como Santiago Maldonado que apoyaba una protesta de la comunidad resultó muerto luego de la represión de la Gendarmería y otro joven mapuche fue asesinado por la espalda y el diario lo presentó falsamente como un enfrentamiento, de igual forma que lo hacía durante la dictadura militar.

Odio

El racismo marcha inseparablemente con los discursos de odio que son un elemento esencial en la propagación del fascismo porque necesita poner a algún grupo, raza o sector al cual atribuir los males de un país, y para eso necesita recurrir al odio.

El antisemitismo ha sido una tradición del odio nazi-fascista, que en algunos grupos aún perdura, otros en cambio han mostrado sus coincidencias con el gobierno de ultraderecha de Israel y es así como hemos visto a Bolsonaro manifestarse durante sus irresponsables marchas durante la pandemia levantando banderas de los Estados Unidos e Israel.

Tanto en Estados Unidos como en Europa la islamofobia es hoy en día el mayor elemento para generar odio en las respectivas sociedades.

El odio siempre está acompañado del miedo, porque es precisamente ese temor el que posibilita que las sociedades acepten la supresión de derechos en nombre de la seguridad individual.

El autoritarismo del siglo XXI utiliza los métodos de este siglo inundando las redes de odio, mentiras y difamación donde el adversario es un peligroso enemigo que debe ser destruido, y donde dejan fluir sin prejuicios su exaltado racismo, la violencia verbal y las amenazas que buscan intimidar.

Señala Francisco Sierra Caballero “El temor siempre ha sido un eficaz recurso de propaganda y hoy, de nuevo, la principal función de dominación ideológica del neopopulismo mediático en los fascismos emergentes”

Ha desaparecido el temor al comunismo que imponían las grandes potencias occidentales, pero apareció el temor a los musulmanes y a los inmigrantes.

En Argentina y otros países de la región se levanta el fantasma de Venezuela siempre acompañado de falsas noticias promovidas por las agencias de noticias norteamericanas, el país bolivariano se encuentra hostigado y bloqueado por el imperialismo estadounidense que es el gran responsable por los padecimientos del pueblo venezolano.

El imán Gamal Fouda en su plegaria por las 51 víctimas del atentado terrorista en Nueva Zelanda en dos mezquitas el 15 de marzo de 2019 dijo: “La islamofobia es real, mata… Hay que poner fin al discurso de odio y la política del miedo. El terrorismo no tiene raza, color o religión. El auge de los supremacistas y ultraderechistas blancos es una gran amenaza mundial”.

Neoliberalismo

Este fascismo actual se caracteriza porque en lo económico es neoliberal, promoviendo la absoluta libertad de los poderosos para seguir incrementando sus fortunas sin ningún tipo de barrera legal, alentando una creciente desigualdad, precisamente estos sectores asocian cualquier reclamo de igualdad con populismo, término al que le dan una connotación despectiva porque precisamente ellos desprecian a los pueblos.

A diferencia del antiguo fascismo, el actual demoniza lo que sea participación estatal, excepto en lo relacionado al aparato represivo, del cual necesitan que cada vez sea más robusto para evitar cualquier protesta.

El capitalismo ha llegado a un punto en que la democracia resulta una insoportable molestia por eso las oligarquías han mostrado su intención de pactar con notorios políticos autoritarios como Bolsonaro en Brasil, estas elites sólo pretenden que haya políticos dispuestos a asegurar el lucro de sus empresas, el resto los tiene sin cuidado, incluso están dispuestas a devastar el planeta si eso incrementa sus ganancias.

Bolsonaro colocó al ultraliberal Pablo Guedes en la economía para seguir una política que le permita eliminar los derechos de los trabajadores, liquidar el sistema previsional y privatizar las empresas del estado.

El macrismo por su parte tomó una deuda impagable para posibilitó una monumental fuga de capitales de sus socios, mientras aplicaba una política económica que perjudicaba gravemente a trabajadores, jubilados y pequeños empresarios, provocando un descalabro tal, que a pesar de contar con casi la totalidad de los medios a favor, no pudieron lograr la reelección de Mauricio Macri.

Meritocracia y aporofobia

Otra diferencia entre los fascismos antiguos y actuales es que mientras antes se promocionaba que el individuo debía ser un engranaje de la sociedad, el actual exalta el éxito individual, despreciando cualquier acto solidario que es visto como una tendencia socializante.

Este mensaje ha sido consolidado por la participación en algunos países de sectores evangélicos pentecostales que hacen del éxito económico una obligación religiosa y una comprobación que el individuo está dentro de la gracia de Dios, los que no tienen éxito económico deben responsabilizar a su falta de fe.

En Argentina hemos visto a muchos que exaltaban la meritocracia y que sin embargo sus fortunas las habían recibido por herencia, siendo muchos de ellos unos holgazanes que se convirtieron en motivo de burla cuando reclamaban a los demás, sacrificios y mayor disposición para el trabajo para sacar al país del estancamiento.

Esta meritocracia de las elites está íntimamente relacionada con la aporofobia, el rechazo o desprecio al pobre forma parte del entramado ideológico del neoliberalismo y el fascismo, desde el momento que promueve la desigualdad necesita justificar la existencia creciente de pobres a los que culpa de su pobreza.

Según estos exaltados defensores de la desigualdad, los pobres lo son porque son incapaces, en cambio los ricos se desenvuelven triunfalmente en esta sociedad capitalista por sus méritos, este razonamiento no tiene nunca en cuenta que muchos de los millonarios como Trump, o Macri lo son por la herencia, su único mérito fue ser hijos.

Culpabilizar al pobre les sirve además porque la pobreza es una muestra de que el capitalismo ha fracasado que es lo que el neoliberalismo intenta ocultar

Al fascista no lo conmueven la pobreza de los niños ni la gente viviendo en la calle del que Buenos Aires es un ejemplo, pero si lo obsesionan los trenes a horario, los cortes de calle por protestas y que nadie moleste la tranquilidad de los barrios cerrados.

El fascismo asocia el trabajo con el patriotismo, por eso nada de quejarse ni hacer huelgas, sin convenios colectivos ni sindicatos para que los patrones puedan actuar con absoluta arbitrariedad, con esto se busca normalizar la explotación del trabajador.

El régimen brasilero fue una máquina de exterminar derechos laborales, pero no hubo necesidad de esperar a Bolsonaro, luego del golpe contra Dilma, Temer comenzó con ese proceso y esa fue precisamente una de las razones por la cual se la derrocó.

Por su parte VOX tiene en su programa derogar parte de la legislación laboral, además de cuestionar el derecho de huelga y su propuesta de jubilaciones es muy parecida a la que motivó las revueltas en Chile.

La religión como mecanismo de dominación

Así como en Brasil son las iglesias evangélicas pentecostales las que promueven un mensaje furiosamente conservador, en otros países como España es la iglesia católica la encargada de promover mensajes autoritarios que condenan el feminismo y al colectivo LGTBI.

Estos fundamentalismos se expresan oponiéndose al matrimonio igualitario o promoviendo la penalización de la interrupción del embarazo con mensajes de una violencia alarmante.

Estos grupos extremistas han llegado a conformar organizaciones internacionales con el objetivo de llegar a varios países, uno de ellos es HazteOir organización católica ultraconservadora surgida en 2001 que en el 2013 conformó CitizenGo un lobby internacional que ha participado en la Argentina con una campaña contra la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, mientras que en España combate al feminismo y con el apoyo de VOX, el Partido Popular y Ciudadanos reclama la derogación de la Ley de Violencia de Género.

Otra organización con características similares es World Congress of Families organización cristiana estadounidense fundada en 1997 con la idea central de evitar la legislación sobre la interrupción voluntaria del embarazo y el matrimonio entre personas del mismo sexo, esta organización ha sido incluida entre las que promueven el odio contra los homosexuales.

Estos movimientos religiosos mantienen un mensaje de odio que claramente se contradice con la prédica del cristianismo, esa prédica obnubila el razonamiento y no les permite percatarse de la flagrante contradicción con las enseñanzas del Nuevo Testamento como “amar al prójimo” e incluso “amar al enemigo”.

En 2015 el cardenal Cañizares arzobispo de Valencia se preguntó: “Esta invasión de inmigrantes ¿es todo trigo limpio?” y pidió a los gobiernos prudencia ante la entrada del “caballo de Troya en las sociedades europeas”.

Estos movimientos evangélicos tuvieron un peso significativo en el triunfo de Bolsonaro, se estima que en Brasil tienen más de 42 millones de fieles, mientras que Estados Unidos apoyaron a Trump, también tienen un significativo poder mediático.

La Iglesia Universal del Reino de Deus en Brasil tiene más de 20 canales de televisión, 40 radios, discográficas y editoriales, y existe en el Congreso una bancada evangélica, desde hace varios años han conseguido una inserción considerable en la Argentina.

El uso del lenguaje

John William Cooke dijo que “las oligarquías son las dueñas de los diccionarios” lo dijo para los países coloniales, pero se puede aplicar a todos los países.

Precisamente el fascismo hace uso de las palabras cambiándole su sentido fue así como Trump se presentaba como alguien anti sistema, sin embargo una de sus principales medidas fue bajarle los impuesto a las grandes corporaciones.

Los autoritarios en Argentina se hacen llamar libertarios, mientras golpean a periodistas en sus marchas en las redes y atacan violentamente a los que piensan distinto.

Este discrecional uso del diccionario para mentir se puede completar señalando que los neonazis en Suecia conformaron el partido llamado Demócratas Suecos.

Además estos dirigentes neofascista después pretenden erigirse en cuestionadores de gobiernos como el de Venezuela o Cuba en nombre de la democracia, cuando lo que realmente les preocupa no es la mayor o menos libertad que existan en esos países sino las políticas sociales que aplican y el cuestionamiento que realizan al poder imperial de los Estados Unidos.

Mientras Bolsonaro y VOX no ocultan su defensa a ultranza de los poderosos, el Frente Nacional de Francia mantiene un discurso donde intenta atraer a la clase obrera y Trump intenta defender un proteccionismo de las empresas estadounidenses con la intención de atraer a ciertos sectores de trabajadores.

Precisamente algunos grupos neofascistas como el caso del Frente Nacional en Francia bajo el liderazgo Marine Le Pen está tratando de suavizar sus propuestas para llegar al poder, sosteniendo un mensaje favorable a los trabajadores y reconocimiento algunos derechos para las mujeres, aunque estas políticas no se condicen con propuestas concretas, lo que mantienen inmodificable es el odio hacia los inmigrantes y los musulmanes.

Muchos grupos aparecen con un mensaje antipolítica y antisistema pero irremediablemente siempre actúan a favor del poder económico, desprecian la democracia a la que asocian con la corrupción, la inmigración y las políticas sociales.

Los discursos ultras se están naturalizando incluso han llegado a que partidos de derecha y centro derecha adopten posiciones contra los inmigrantes y reclamen la derogación de derechos adquiridos.

Una de las mayores distorsiones del lenguaje lo producen los libertarios que robaron esa palabra de los viejos anarquistas que merecían esa denominación, pero que en ellos significa una clara manipulación del lenguaje.

Lawfare

El lawfare como técnica de guerra jurídica fue descripto por el general norteamericano Charles Dunlap como método de guerra no convencional que se utiliza para obtener un objetivo militar.

Los sectores autoritarios levantan la bandera de la lucha contra la corrupción, tratando de mostrar que son los sectores progresistas o de izquierda los que tienen tendencia a caer en esos delitos, pero cuando llegan al gobierno han disparado un festival de corruptelas como pocas veces se vio, lo cual quedó verificado con el macrismo, Bolsonaro o Trump.

En Brasil las investigaciones anticorrupción salpicaron a todos los partidos políticos pero las Investigaciones a partir del accionar de Sergio Moro y los fiscales que lo secundaron estuvieron dirigidas a sacar de la cancha a Lula prescindiendo de las pruebas, abriendo el camino a ese esperpento que es Bolsonaro, del que Moro fue ministro.

Un fiscal en Brasil llegó a declarar que la razón que no se hayan encontrado pruebas en contra de Lula, mostraba que éste había sido hábil para esconderlas.

Pero el cuestionamiento a la corrupción nunca alcanza a los grandes empresarios ni a las corporaciones mucho menos a los medios de comunicación que muchas veces actúan sin respetar las leyes y cuentan con una particular impunidad para moverse en la ilegalidad.

Marisa José Fariñas realiza una serie de definiciones interesantes sobre este asunto “El lawfare supone la utilización espuria del sistema jurídico para desacreditar y/o perseguir a los adversarios políticos … con la clara intención de que el poder judicial intervenga en el campo de la decisiones políticas y legislativas e, incluso, pueda favorecer ‘golpes’ blandos, no traumáticos, en los Estados democráticos. La guerra jurídica se hace más evidente en países donde persiste una estructura oligárquica en la administración de justicia, como por ejemplo en Brasil, Honduras, Paraguay o Ecuador”.

Así define esa intervención del Poder Judicial en la política: “Con ello, no sólo se viola la separación y el equilibrio de poderes propio del Estado democrático de derecho, sino, lo que es más grave, se cae en una falsa, e incluso mesiánica, retórica de las llamadas a la honradez política y a la lucha contra la corrupción, que no va a buscar y erradicar las causas de la misma, sino sólo a perseguir algunos objetivos políticos concretos. Paradójicamente, poderes judiciales oligárquicos, que en América Latina tradicionalmente han tenido una actitud de connivencia con la corrupción estructural de sus países, son ahora los abanderados de esta nueva lawfare o cruzada jurídica contra la corrupción de gobiernos progresistas. Cruzada jurídica que está al servicio de la contrarrevolución neoliberal y neoconservadora. Todo ello ayudado por unos medios y/o empresas de comunicación afines, que suman audiencia y dinero con las campañas anticorrupción, además de réditos electorales para los partidos que promueven”.

Todo aquel que cuestione la lógica económica de las elites es pasible de ser perseguido por este medio, este mecanismo les resulta muy útil en la búsqueda de una sociedad obediente.

Esta falsa lucha contra la corrupción como estrategia de ataque, muestra una alianza entre sectores de la justicia con los medios hegemónicos que tratan de capturar a una parte de la opinión pública distraída que todavía cree en ese mensaje claramente mentiroso.

El lawfare también ha mostrado una evidente vinculación de funcionarios judiciales con personajes del Departamento de Estados Unidos, es así como el juez Moro y el fiscal Rodrigo Junot han efectuado continuas visitas al país de norte, mientras que en la Argentina se ve cada 4 de julio el incesante desfilar de jueces y fiscales en la embajada yanqui para hacer reverencias al embajador, precisamente el embajador Prado designado por Trump declaró al llegar al país que venía a “mejorar” el sistema judicial del país.

En estados Unidos se ha formado una academia de formación de cuadros judiciales latinoamericanos con cursos ofrecidos por organismos internacionales por ONG o fundaciones de los Estados Unidos

Se verifica en el lawfare una alianza de los jueces corruptos con los medios de comunicación para divulgar información tendiente a difamar, violando la presunción de inocencia porque el escándalo mediático es una forma de anticipar la culpabilidad y la condena.

Entre el 2 de noviembre de 2017 y el 6 de marzo de 2018 Cristina Kirchner recibió tres procesamientos, en Ecuador el 3 de julio de 2018 fue dictada por un tribunal una orden de prisión y captura internacional contra Rafael Correa, el 14 de diciembre de 2017 su vicepresidente Jorge Glas fue condenado a 6 años, también el 17 de junio de 2018 era capturado en Madrid a pedido de Ecuador Pablo Romero que integró el gobierno de Correa.

Golpes blandos

Directamente asociados al lawfare están los golpes blandos que han sido el mecanismo para que las elites económicas socias del imperio yanqui se desembaracen de gobierno progresistas y puedan instaurar regímenes autoritarios que cuiden sus intereses económicos.

En América Latina los hemos vivido con Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay, Dilma en Brasil, Evo en Bolivia, y los intentos de desestabilizar a Correa en Ecuador, Chávez y Maduro en Venezuela y Cristina en Argentina.

Como señala Francisco Sierra Caballero, el modelo de propaganda y la influencia del neofascismo y su programa de ataque a los derechos de las clases subalternas están relacionada con las incursiones encubiertas que sigue proponiendo el Departamento de Estado.

Fue el politólogo estadounidense Gene Sharp que a pedido de la Central de Inteligencia de los EEUU (CIA) diseñó un modelo para desestabilizar gobiernos e imponer administraciones títeres sin llegar al típico golpe militar.

Bajo este modelo en los últimos años se ha desarrollado una guerra silenciosa que controla que las clases dominantes no pierdan el poder y disciplinen a los sectores populares.

Rafael Correa otro de los perseguidos habló de un segundo Plan Condor del cual los medios de comunicación hegemónicos son parte fundamental para perseguir a los líderes democráticos, siempre bajo la tutela y la coordinación del gobierno de los Estados Unidos.

La lucha de las mujeres

A los neofascistas les indigna la lucha de las mujeres por la ampliación de derechos, por eso están reclamando la derogación de algunas de las conquistas que ellas han obtenido con su lucha y tratan de impedir que sumen nuevos derechos.

El fascismo pretende que se respeten las jerarquías, que ninguna sea cuestionada, según ellos en el hogar la máxima jerarquía es el hombre, el lugar de la mujer es dentro de su casa y si sale a trabajar debe ser para ocupar puestos que son específicamente femeninos.

Juan José Tamayo cita a la politóloga Verónica Gago que explica la razón por la cual el feminismo se convirtió en motivo de rechazo de los grupos autoritarios: “porque cuestiona las relaciones de obediencia en todos los terrenos: de las mujeres a los hombres, de los trabajadores a los empresarios, de las personas colonizadas al colonizador, del gobernado la gobernante, de las mujeres creyentes a los dirigentes religiosos”.

El neofascismo niega la violencia machista, lo considera un invento del feminismo al que detestan, consideran que es violencia familiar, generalmente practicada por inmigrantes y sin fundamento arguyen que se ejerce contra las mujeres nacionales, pero contradictoriamente cuestionan el papel de la mujer entre los musulmanes, único caso en que parece que se acuerdan de los derechos de las mujeres.

En España el Partido Popular y VOX compiten para oponerse a las políticas de género, en Argentina muchos comunicadores de los medios son particularmente agresivos con los movimientos que luchan por los derechos de las mujeres a las que denominan con absoluto desprecio como “abortistas” o “feminazis”.

Las impresionantes movilizaciones por el “ni una menos” ha conmocionado a muchas sociedades y son los movimientos de mujeres quienes más se han opuestos a regímenes autoritarios como ocurrió en Brasil, los Estados Unidos y Chile.

Colectivo LGTBI

También los grupos religiosos que forman parte de ese resurgir neofascista emiten continuos mensajes incentivando la homofobia y el odio transgénero.

Los movimientos religiosos la han emprendido muy fuertemente contra este colectivo, la iglesia metodista de La Habana ha llegado a afirmar que con el matrimonio  homosexual llega el fin del mundo.

Y en un documento del Consejo Ecuménico de México se dice: “El matrimonio es heterosexual o no lo es”.

Estos grupos ultraconservadores colocan a la homosexualidad como practica pecaminosa, hay diócesis españolas que dicen curar la homosexualidad por considerarla una patología y un desorden moral. Mientras que en 36 estados de EEUU las terapias antihomosexualidad son legales.

Dichos cursos están prohibidos por las leyes contra la discriminación pero en España se realizan con el apoyo de la Conferencia Episcopal, por ejemplo la diócesis de Alcalá de Henares ampara esas terapias, el obispo Juan Antonio Reig Pla ha oficiado misas por Franco y ha sido premiado por el mencionado grupo HazteOir.

Un pastor evangélico peruano ha llegado a afirmar: “Los homosexuales son gente podrida, corrompida e infeliz y están condenados a muerte”.

En España la ultraderecha se ha inspirado en muchas de las propuestas del reaccionario Tea Party norteamericano principalmente para oponerse a algunas medidas de los gobiernos socialistas en cuanto a la agenda LGTBI.

Los medios de comunicación

Los medios de comunicación hegemónicos han jugado un papel fundamental alentando los golpes blandos y la llegada de regímenes autoritarios o directamente fascistas como el de Bolsonaro.

Clarín en Argentina, alentó el golpe a Dilma, la persecución a Lula y luego saludó la llegada de Bolsonaro, del que algunas veces debe tomar alguna distancia por las atrocidades cometidas casi a diario, pero sin dejar de difamar todo lo que tenga que ver con el Partido de los Trabajadores que lidera Lula.

Muchos diarios se han transformado en los voceros de las embajadas de los Estados Unidos repitiendo con puntos y comas la política imperial y agresiva de ese país, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) con vínculos con la CIA dicta las premisas.

Como señala Francisco Sierra Caballero, el fascismo no sería viable si no existiera una elevada concentración de la propiedad, situación que es notoria en los medios de comunicación convertidos en muchos países en parte del problema que impide consolidar la democracia.

Las sociedades que aún no hayan comprendido que no existe la independencia y la imparcialidad de los medios de comunicación corren serios riesgos de ser manipuladas para aceptar regímenes autoritarios.

Así como las redes se han convertido en un festival de las falsas noticias, también los medios comerciales han hecho de la mentira su principal producción, son una maquinaria de difamar y extorsionar a todo aquél que ose cuestionar el poder de las oligarquías económicas.

El mito que los grandes medios sean guardianes de la libertad ha sido derribado como mostró Noam Chomsky, aún antes en Argentina, Arturo Jauretche fue uno de los que se encargó de mostrar el carácter oligárquico y antinacional de los principales diarios.

En Estados Unidos la concentración de los medios permitida a partir del gobierno de Reagan ha servido para que muchos ciudadanos se olviden de las terribles consecuencias de la guerra de Vietnam y la lucha de quienes se opusieron, para de esa manera restituir una agenda exclusivamente conservadora.

En América Latina Televisa, O Globo, Clarín, el grupo Cisneros han tratado y muchas veces lo han conseguido poner y sacar gobiernos, además cuando uno de esos medios lanza una falsa noticia es reproducida por los otros, conformando una inmensa cadena internacional del engaño.

Los ataques a Venezuela muestran una coordinación manipulada por el gobierno imperialista de Trump, en tanto que los atentados a los derechos humanos en Colombia, Brasil, Chile, Bolivia, Ecuador, no son mencionados por los crápulas de la prensa.

Que el imperialismo norteamericano no tiene ningún interés en democratizar la información lo demuestra la persecución a Julián Assange que es una víctima por su intento de democratizar Internet y de mostrar como las potencias manejan el mundo sin ningún control ni legalidad, el pecado de Assange fue mostrar el accionar violento y rapaz del imperialismo.

Libertarios en Argentina

El economista y doctor en Ciencias Sociales Julián Zicari, nos dice que los libertarios son el grupo más agresivo y reaccionario del neoliberalismo, grupo que ha tenido particular exposición durante la pandemia por su cuestionamiento a las medidas sanitarias y porque además tienen una cobertura mediática que no se condice con el volumen de representatividad que han tenido en las elecciones.

Es posible verificar algún crecimiento a partir del estridente fracaso del macrismo lo que ha permitido que algunos adherentes a ese proyecto estén virando hacia propuestas mucho más extremas, sosteniendo que el fracaso de Juntos por el Cambio se debió a que no hicieron un ajuste más profundo, que implicaba más privatizaciones, despidos y represión.

Se presentan como anti sistemas y pretenden asumir una imagen de rebeldes, pero “en los hechos terminan por representar la doctrina del liberalismo autoritario”.

Una característica que muestra su flagrante contradicción es que nunca cuestionan a las corporaciones multinacionales y a los grandes empresarios.

El gran enemigo para ellos es el Estado en tanto único mecanismo para tratar de establecer alguna intervención que impida la agudización de las desigualdades, para ellos la igualdad es una mala palabra, para los libertarios la solución para todos los problemas económicos es la reducción de los impuestos a los poderosos, en una nueva aparición de la fallida “teoría del derrame”, complementada con un furibundo ataque a todo aquello que signifique ayuda social.

La escasa adhesión a sus propuestas la compensan con la constante aparición en redes con un mensaje violento cargado de racismo y culpando a los pobres de todas las desgracias del mundo.

Son los propiciadores de la reaparición en la Argentina de un virulento macartismo que tuvo su siniestro auge en la última dictadura.

Desprecian el feminismo, los derechos humanos y los sindicatos; y aunque están en contra del Estado nunca denunciaron las represiones del macrismo ejecutadas  contra los trabajadores, para eso sí piden más presupuesto estatal, para incrementar las fuerzas represivas.

Su mensaje suena apocalíptico siempre estamos al borde del desastre y apuestan a generar miedo especialmente entre los sectores de clase media para justificar sus propuestas de peligroso extremismo y generar una aceptación de la población a resignar derechos adquiridos.

Lo que ocultan es que la mayoría de sus propuestas ya han sido aplicadas en América Latina por gobiernos dictatoriales con un resultado destructivo para el sistema productivo y los trabajadores, el ministro de economía de la dictadura Alfredo Martinez de Hoz aplicó las medidas que los libertarios ahora presentan como novedosas y por supuesto toda esa nefasta ideología se implementó durante la sangrienta dictadura de Pinochet.

La violencia de sus planteos quedó demostrada cuando una de las pocas mujeres libertarias que tiene visibilidad, Lilia Lemoine, fue la responsable de agredir al móvil de C5N mientras cubría una marcha anticuarentena.

En tanto que el periodista cordobés Prestofilippo fue detenido por resistirse a un allanamiento en su casa donde se le encontró una foto con el genocida Videla, se presentan como campeones de la libertad y no hacen otra cosa que desplegar odio haciendo gala de una intolerancia incompatible con una sociedad democrática.

Antifascismo

Así como las fuerzas de la ultraderecha han comenzado a coordinar sus acciones a nivel mundial es necesario que los sectores comprometidos en la defensa de la democracia también lo hagan, el nacimiento de la Internacional Progresista aporta un aire nuevo y esperanzador en esa lucha para que el fascismo y la prepotencia imperial no impidan la instalación de gobiernos populares y democráticos.

Es imprescindible visibilizar este crecimiento del neofascismo que está sucediendo en varios países, grupos que por lo general se disfrazan con otros ropajes, usando con una hipocresía abusiva la palabra libertad y otras derivadas de ella.

Hoy en día si alguien pretende ser demócrata necesariamente debe ser antifascista, y es necesario mostrar que la derecha neoliberal es la principal responsable por el crecimiento del fascismo.

En Argentina hay un gobierno democrático y popular que hace gala de privilegiar el diálogo y los consensos, hay que entender que con los grupos fascistas no es posible entablar este tipo de relación como correspondería hacerlo con cualquier agrupación política que respeta las reglas del sistema democrático.

El neofascismo considera que cualquier convocatoria al consenso es una muestra de debilidad y avanzan a los efectos de poner en riesgo la convivencia en sociedad.

Esa alianza anticuarentena que no sólo ha surgido en Argentina, está conformada por distintos sectores de derecha que han mostrado un desprecio por las prácticas democráticas y muestra un absoluto desinterés por la situación de los demás. Contagian y se contagian sin importarles las consecuencias.

El mejor antídoto para este resurgir autoritario sigue siendo la unidad del pueblo como quedó demostrado en 2019 y que es imprescindible reafirmar en Argentina en 2021, el pueblo boliviano acaba de dar una contundente demostración en su lucha contra el fascismo.

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