El 15 de septiembre de 2005
el presidente de Venezuela, Hugo Chavez, efectuó una brillante y valiente
exposición ante la Sexagésima Asamblea General de la Organización de
Naciones Unidas en Nueva York. Chavez expuso los problemas de América
Latina, además de denunciar, como nunca nadie se atrevió la política
imperialista de los Estados Unidos. La nefastas políticas económicas
llevadas a cabo bajo las banderas del neoliberalismo, la masacre realizada
en Irak tras una mentira descarada, son alguno de los temas desarrollados
por el presidente venezolano.
La digna actitud de Hugo Chavez contrasta con el servilismo de otros
gobernantes como el presidente paraguayo Nicanor Duarte Frutos, quién
acaba de autorizar el ingreso de nuevas tropas norteamericanas a su
país, y además para completar la humillación le otorgó inmunidad,
lo que significa que los militares norteamericanos no pueden ser sometidos
a las leyes paraguayas.
Creemos que el discurso del mandatario venezolano es de gran importancia,
pero además los medios de difusión lo silenciaron o en el mejor de
los casos sólo informaron parcialmente sobre el contenido del mismo,
por ello consideramos necesario reproducirlo totalmente en nuestro
sitio.
Excelencias, amigas y amigos, muy buenas tardes:
El propósito original de esta reunión ha sido desvirtuado totalmente.
Se nos ha impuesto como centro del debate un mal llamado proceso de
reformas, que relega a un segundo plano lo más urgente, lo que los
pueblos del mundo reclaman con urgencia, como lo es la adopción de
medidas para enfrentar los verdaderos problemas que obstaculizan e
impiden los esfuerzos de nuestros países por el desarrollo y por la
vida.
Cinco años después de la Cumbre del Milenio, la cruda realidad es
que la gran mayoría de las metas diseñadas, pese a que eran ya de
por sí modestísimas, no serán alcanzadas.
Pretendimos reducir a la mitad los 842 millones de hambrientos para
el año 2015. Al ritmo actual la meta se lograría en el año 2215, ve
a ver quién de nosotros estaríamos allí para celebrarlo, si es que
la especie humana logra sobrevivir a la destrucción que amenaza nuestro
medio ambiente.
Habíamos proclamado la aspiración de lograr en el 2015 la enseñanza
primaria universal. Al ritmo actual la meta se alcanzará después del
año 2100, preparémonos pues para celebrarlo.
Esto, amigas y amigos del mundo, nos lleva de manera irreversible
a una amarga conclusión: las Naciones Unidas han agotado su modelo,
y no se trata simplemente de proceder a una reforma, el siglo XXI
reclama cambios profundos que sólo son posibles con una refundación
de esta organización. Esto no sirve, hay que decirlo, es la pura verdad.
Esas transformaciones, a las que desde Venezuela nos referimos, al
mundo, tienen para nosotros, desde nuestro punto de vista dos tiempos:
el inmediato, el de ahora mismo, y el de los sueños, el de la utopía;
el primero está marcado por los acuerdos lastrados por el viejo esquema,
no le rehuimos, y traemos, incluso, propuestas concretas dentro de
ese modelo en el corto plazo. Pero el sueño de esa paz mundial, el
sueño de un nosotros que no avergüence por el hambre, la enfermedad,
el analfabetismo, la necesidad extrema, necesita además de raíces
alas para volar.
Necesitamos alas para volar, sabemos que hay una
globalización neoliberal aterradora, pero también existe la realidad
de un mundo interconectado que tenemos que enfrentar no como un problema
sino como un reto, podemos, sobre la base de las realidades nacionales,
intercambiar conocimientos, complementarnos, integrar mercados, pero
al tiempo debemos entender que hay problemas que ya no tienen solución
nacional, ni una nube radioactiva, ni los precios mundiales, ni una
pandemia, ni el calentamiento del planeta o el agujero de la capa
de ozono son problemas nacionales.
Mientras avanzamos hacia un nuevo modelo de Naciones Unidas que haga
cierto y suyo ese nosotros de los pueblos, hay cuatro reformas urgentes
e irrenunciables que traemos a esta Asamblea. La primera, la expansión
del Consejo de Seguridad tanto en sus categorías permanentes como
en las no permanentes, dando entrada a nuevos países desarrollados
y a países en desarrollo como nuevos miembros permanentes. La segunda,
la necesaria mejora de los métodos de trabajo para aumentar la transparencia
y no para disminuirla, para aumentar el respeto y no para disminuirlo,
para aumentar la inclusión. La tercera, la supresión inmediata, seguimos
diciéndolo desde hace seis años desde Venezuela, la supresión inmediata
del veto en las decisiones del Consejo de Seguridad, ese vestigio
elitesco es incompatible con la democracia, incompatible con la sola
idea de igualdad y de democracia.Y en cuarto lugar el fortalecimiento
del papel del Secretario General, sus funciones políticas en el marco
de la diplomacia preventiva, debe ser consolidado. La gravedad de
los problemas convoca a transformaciones profundas, las meras reformas
no bastan para recuperar el nosotros que esperan los pueblos del mundo,
más allá de las reformas reclamamos desde Venezuela la refundación
de Naciones Unidas, y como bien sabemos en Venezuela, por las palabras
de Simón Rodríguez, el Robinson de Caracas: O inventamos o erramos.
En la reunión de enero pasado de este año 2005 estuvimos en el Foro
Social Mundial en Porto Alegre, diferentes personalidades allí pidieron
que la sede de Naciones Unidas saliera de Estados Unidos si es que
continúan las violaciones a la legalidad internacional por parte de
ese país. Hoy sabemos que nunca existieron armas de destrucción masiva
en Iraq, el pueblo estadounidense siempre ha sido muy riguroso con
la exigencia de la verdad a sus gobernantes, los pueblos del mundo
también: nunca hubo armas de destrucción masiva y sin embargo, y por
encima de Naciones Unidas, Iraq fue bombardeado, ocupado y continúa
ocupado. Por eso proponemos a esta Asamblea que Naciones Unidas salga
de un país que no es respetuoso con las propias resoluciones de esta
Asamblea. Algunas propuestas han señalado a una Jerusalén convertida
en ciudad internacional como una alternativa. La propuesta tiene la
generosidad de proponer una respuesta al conflicto que vive Palestina,
pero quizás tenga aristas que hagan difícil llevarlo a cabo. Por eso
traemos aquí otra propuesta, anclada en la Carta de Jamaica, que escribió
Simón Bolívar, el gran Libertador del Sur, en Jamaica, en 1815, hace
190 años. Ahí propuso Bolívar la creación de una ciudad internacional
que sirviera de sede a la idea de unidad que planteaba. Bolívar era
un soñador que soñó lo que son hoy nuestras realidades.
Creemos que ya es hora de pensar en la creación de una ciudad internacional
ajena a la soberanía de ningún Estado, con la fuerza propia de la
moralidad de representar a las Naciones del mundo, pero esa ciudad
internacional tiene que reequilibrar cinco siglos de desequilibrio.
La nueva sede de Naciones Unidas tiene que estar en el Sur, ¡El
Sur también existe!, dijo Mario Benedetti. Esa ciudad que puede
existir ya, o podemos inventarla, puede estar donde se crucen varias
fronteras o en un territorio que simbolice al mundo, nuestro Continente
está en disposición de ofrecer ese suelo sobre el que edificar el
equilibrio del universo del que habló Bolívar en 1825.
Señoras, señores, enfrentamos hoy una crisis energética sin precedentes,
en el mundo, en la que se combinan peligrosamente un imparable incremento
del consumo energético, la incapacidad de aumentar la oferta de hidrocarburos
y la perspectiva de una declinación en las reservas probadas de combustibles
fósiles. Comienza a agotarse el petróleo.
Para el 2020 la demanda diaria de petróleo será de 120 millones de
barriles, con lo cual, incluso sin tener en cuenta futuros crecimientos,
se consumiría en 20 años una cifra similar a todo el petróleo que
ha gastado la humanidad hasta el momento, lo cual significará, inevitablemente,
un aumento en las emisiones de dióxido de carbono que, como se sabe
incrementa cada día la temperatura de nuestro planeta.
Katrina ha sido un doloroso ejemplo de las consecuencias que puede
traer al hombre ignorar estas realidades. El calentamiento de los
océanos es, a su vez, el factor fundamental detrás del demoledor incremento
en la fuerza de los huracanes que hemos visto en los últimos años.
Valga la ocasión para transmitir una vez más nuestro dolor y nuestro
pesar al pueblo de Estados Unidos, que es un pueblo hermano de los
pueblos de América también, y de los pueblos del mundo.
Es práctica y éticamente inadmisible sacrificar a la especie humana
invocando de manera demencial la vigencia de un modelo socioeconómico
con una galopante capacidad destructiva. Es suicida insistir en diseminarlo
e imponerlo como remedio infalible para los males de los cuales es,
precisamente, el principal causante.
Hace poco el señor Presidente de Estados Unidos asistió a una reunión
de la Organización de Estados Americanos, a proponerle a la América
Latina y al Caribe incrementar las políticas de mercado, la apertura
de mercado, es decir, el neoliberalismo, cuando esa es precisamente
la causa fundamental de los grandes males y las grandes tragedias
que viven nuestros pueblos: el capitalismo neoliberal, el Consenso
de Washington lo que ha generado es mayor grado de miseria, de desigualdad
y una tragedia infinita a los pueblos de este continente.
Ahora más que nunca necesitamos, señor Presidente, un nuevo orden
internacional, recordemos que la Asamblea General de las Naciones
Unidas en su sexto período extraordinario de sesiones, celebrado en
1974, algunos de quienes están aquí no habían nacido, seguramente,
o estaban muy pequeños.
En 1974, hace 31 años adoptó la declaración y el programa de acción
sobre un nuevo Orden Económico Internacional, junto con el plan de
acción la Asamblea General adoptó el 14 de diciembre de aquel año
1974 la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados que
concretó el Nuevo Orden Económico Internacional, siendo aprobada por
mayoría aplastante de 120 votos a favor, 6 en contra y 10 abstenciones
esto era cuando se votaba en Naciones Unidas, porque ahora
aquí no se vota, ahora aquí se aprueban documentos como este documento
que yo denuncio a nombre de Venezuela, como irrito, nulo e ilegal,
se aprobó violando la normativa de las Naciones Unidas, ¡no es válido
este documento!, habrá que discutir este documento, el Gobierno de
Venezuela lo va a hacer conocer al mundo, pero nosotros no podemos
aceptar la dictadura abierta y descarada en Naciones Unidas, estas
cosas son para discutirlas y para eso hago un llamado muy respetuoso,
a mis colegas los Jefes de Estado y los Jefes de Gobierno.
Ahora me reunía con el presidente Néstor Kirchner y bueno, yo sacaba
el documento, este documento fue entregado cinco minutos antes, ¡sólo
en inglés!, a nuestros delegados y se aprobó con un martillazo dictatorial,
que denuncio ante el mundo como ilegal, irrito, nulo e ilegítimo.
Oíganme una cosa, señor Presidente, si nosotros vamos a aceptar esto,
es que estamos perdidos, ¡apaguemos la luz y cerremos las puertas
y cerremos las ventanas! Sería lo último: que aceptemos la dictadura
aquí en este salón.
Ahora más que nunca decíamos requerimos retomar, retomar
cosas que se quedaron en el camino, como la propuesta aprobada en
esta Asamblea en 1974 de un Nuevo Orden Económico Internacional, para
recordar algo, digamos lo siguiente, el Artículo 2 del texto de aquella
carta, confirma el derecho de los estados de nacionalizar las propiedades
y los recursos naturales que se encontraban en manos de inversores
extranjeros, proponiendo igualmente la creación de carteles de productores
de materias primas. En su Resolución 3.201 de mayo de 1974, expresó
la determinación de trabajar con urgencia para establecer un Nuevo
Orden Económico Internacional basado oiganme bien, os ruego
en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el
interés común y la cooperación entre todos los estados cualesquiera
que sean sus sistemas económicos y sociales, que corrija las desigualdades
y repare las injusticias entre los países desarrollados y los países
en desarrollo, y asegure a las generaciones presentes y futuras, la
paz, la justicia y un desarrollo económico y social que se acelere
a ritmo sostenido, cierro comillas, estaba leyendo parte de
aquella Resolución histórica de 1974.
El objetivo del Nuevo Orden Económico Internacional era modificar
el viejo orden económico concebido en Breton Woods.
Creo que el Presidente de Estados Unidos habló aquí durante unos 20
minutos el día de ayer, según me han informado, yo pido permiso, Excelencia,
para terminar mi alocución.
El objetivo del Nuevo Orden Económico Internacional era modificar
el viejo orden económico concebido en Breton Woods en 1944, y que
tendría una vigencia hasta 1971, con el derrumbamiento del sistema
monetario internacional: sólo buenas intenciones, ninguna voluntad
para avanzar por ese camino, y nosotros creemos que ese era, y ese
sigue siendo el camino.
Hoy reclamamos desde los pueblos, en este caso el pueblo de Venezuela,
un nuevo orden económico internacional, pero también resulta imprescindible
un nuevo orden político internacional, no permitamos que un puñado
de países intente reinterpretar impunemente los principios del Derecho
Internacional para dar cabida a doctrinas como la Guerra Preventiva,
¡vaya que nos amenazan con la guerra preventiva!, y la llamada ahora
Responsabilidad de Proteger, pero hay que preguntarse
quién nos va a proteger, cómo nos van a proteger.
Yo creo que uno de los pueblos que requiere protección es el pueblo
de Estados Unidos, demostrado ahora dolorosamente con la tragedia
de Katrina: no tiene gobierno que lo proteja de los desastres anunciados
de la naturaleza, si es que vamos a hablar de protegernos los unos
a los otros; estos son conceptos muy peligrosos que van delineando
el imperialismo, van delineando el intervencionismo y tratan de legalizar
el irrespeto a la soberanía de los pueblos, el respeto pleno a los
principios del Derecho Internacional y a la Carta de las Naciones
Unidas deben constituir, señor Presidente, la piedra angular de las
relaciones internacionales en el mundo de hoy, y la base del nuevo
orden que propugnamos.
Permítanme una vez más, para ir concluyendo, citar a Simón Bolívar,
nuestro Libertador, cuando habla de la integración del mundo, del
Parlamento Mundial, de un Congreso de parlamentarios, hace falta retomar
muchas propuestas como la bolivariana. Decía Bolívar en Jamaica, en
1815, ya lo citaba, leo una frase de su Carta de Jamaica: Qué
bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de
Corinto para los griegos, ojalá que algún día tengamos la fortuna
de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las
repúblicas, de los reinos, a tratar y discutir sobre los altos intereses
de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes
del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna
época dichosa de nuestra regeneración. Urge enfrentar de manera
eficaz, ciertamente, al terrorismo internacional, pero no usándolo
como pretexto para desatar agresiones militares injustificadas y violatorias
del Derecho Internacional, que se han entronizado como doctrina después
del 11 de septiembre. Sólo una estrecha y verdadera cooperación, y
el fin de los dobles raseros que algunos países del Norte aplican
al tema del terrorismo, podrán acabar con este horrible flagelo.
Señor Presidente:
En apenas 7 años de Revolución Bolivariana, el pueblo venezolano puede
exhibir importantes conquistas sociales y económicas.
Un millón 406 mil venezolanos aprendieron a leer y a escribir en año
y medio, nosotros somos 25 millones aproximadamente y, en escasas
semanas el país, dentro de pocos días, podrá declararse libre de analfabetismo,
y tres millones de venezolanos antes excluidos por causa de la pobreza,
fueron incorporados a la educación primaria, secundaria y universitaria.
Diecisiete millones de venezolanos y venezolanas casi el 70%
de la población- reciben, por primera vez en la historia, asistencia
médica gratuita, incluidos los medicamentos y, en unos pocos años,
todos los venezolanos tendrán acceso gratuito a una atención médica
por excelencia.
Se suministran hoy más de 1 millón 700 mil toneladas de alimentos
a precios módicos a 12 millones de personas, casi la mitad de los
venezolanos, un millón de ellos lo reciben gratuitamente, de manera
transitoria. Estas medidas han generado un alto nivel de seguridad
alimentaria a los más necesitados.
Señor Presidente, se han creado más de 700 mil puestos de trabajo,
reduciéndose el desempleo en 9 puntos porcentuales, todo esto en medio
de agresiones internas y externas, que incluyeron un golpe militar
facturado en Washington, y un golpe petrolero facturado también en
Washington, pese a las conspiraciones, a las calumnias del poder mediático,
y la permanente amenaza del imperio y sus aliados, que hasta estimula
el magnicidio. El único país donde una persona se puede dar el lujo
de pedir el magnicidio de un Jefe de Estado, es Estados Unidos, como
ocurrió hace poco con un reverendo llamado, Pat Robertson muy amigo
de la Casa Blanca: pidió públicamente ante el mundo mi asesinato y
anda libre, ¡ese es un delito internacional!, ¡terrorismo internacional!
Pues bien, nosotros lucharemos por Venezuela, por la integración latinoamericana
y por el mundo. Reafirmamos aquí en este salón nuestra infinita fe
en el hombre, hoy sediento de paz y de justicia para sobrevivir como
especie. Simón Bolívar, padre de nuestra Patria y guía de nuestra
Revolución, juró no dar descanso a su brazo, ni reposo a su alma,
hasta ver a la América libre. No demos nosotros descanso a nuestros
brazos, ni reposo a nuestras almas hasta salvar la humanidad.
Señores, muchísimas gracias. |